¿Cómo pulir los faros del coche y por qué es importante hacerlo?

Con el paso del tiempo, nuestros vehículos no solo sufren las inclemencias meteorológicas sobre el parabrisas o la pintura, sino que también otros elementos se ven expuestos a ellas. Los faros son uno de estos elementos, y no muchos conductores son conscientes de los efectos sobre la visibilidad que puede conllevar el deterioro por la climatología en ellos. Pero que nadie se preocupe: algo tan sencillo como pulir los faros del coche puede resolver el problema y que volvamos a verlos como nuevos.

Que los faros estén en perfecto estado no es solo una cuestión de estética, ya que ello incide sobre nuestra seguridad y la del resto: no en vano, en la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) se lleva a cabo una prueba de iluminación para comprobar que llevan a cabo su cometido correctamente, y es uno de los fallos más comunes. 

Podría darse el caso de que no la superáramos por ello, y nos hiciese falta pulir los faros del coche para que vuelvan a su estado original (o casi). ¿Cómo se hace? Es muy sencillo si cuentas con un kit de pulido que podrás encontrar en cualquier gran superficie o de forma online.

Paso 1: limpiar los faros

El primer paso del proceso para pulir los faros del coche de forma satisfactoria es llevar a cabo un proceso de limpieza de los mismos. Lo podremos hacer con cosas que todos tenemos en casa: una esponja suave, agua y algo de jabón. Con ello, debemos asegurarnos de eliminar cualquier rastro de suciedad, barro o grasa que podamos observar en los faros del coche. No está de más, una vez que los hayamos limpiado con la esponja, hacer una última pasada con alcohol.

Antes de pasar al segundo punto del proceso, conviene recordar que se deben proteger las superficies que rodean a los faros con cinta de carrocero o similar, para evitar que sufran daños en el proceso. En los siguientes pasos llevaremos a cabo acciones como las de lijar o aplicar pulimento, por lo que no está de más asegurarse de que hemos protegido adecuadamente el resto del coche.

Paso 2: lijado de los faros

El lijado de los faros es el elemento central de este proceso de pulir los faros del coche, ya que con ello eliminaremos ese material que ya está desgastado para mejorar la visibilidad y el aspecto de los faros de nuestro vehículo. Además, nos desharemos de esa molesta opacidad tan destacada cuando vemos unos faros en mal estado y que puede poner en peligro el sello de ‘favorable’ cuando nos toque ir a pasar la ITV. 

Tendremos disponibles varios tipos de lija, cuyo uso dependerá del daño que presente el faro. Comenzaremos con una lija de grano grueso, pulverizando agua al cristal del mismo, para poder eliminar las principales irregularidades y rayaduras; iremos bajando el grano de la lija progresivamente mientras mojamos poco a poco el faro para ir igualando el desgaste y mejorar el acabado final. 

Esta parte del proceso de pulir los faros del coche puede hacerse a mano o con herramientas, ya que podemos acoplar las lijas a (por ejemplo) una taladradora. Eso sí, siendo muy cuidadosos en el proceso para evitar daños a los faros.

Paso 3: pulir los faros del coche

Una vez que nuestros faros estén totalmente homogéneos y los hayamos vuelto a limpiar con agua y secado, llega la hora de aplicar el pulimento para que recuperen su aspecto habitual y recuperemos una mayor visibilidad en el momento de encenderlos y hacer uso de ellos.

Pondremos el pulimento (líquido o en pasta) en la esponja limpia o directamente sobre el propio faro para después aplicar movimientos circulares. No debemos apretar demasiado y los movimientos circulares deben ser muy suaves para que el proceso de pulir los faros del coche sea perfecto. El faro debe quedar completamente transparente y libre de impurezas y rayaduras; en caso de no ser así y no estar contentos con el resultado obtenido, podemos repetir el proceso de pulido.

Paso 4: limpieza de los faros

Una vez estemos contentos con el resultado de nuestros faros, llega el momento de limpiarlos y disfrutar de cómo han quedado. El cristal de estos ha debido recuperar su transparencia y brillo, quedando prácticamente como nuevos. Si esto no es así, siempre podemos volver al paso 3 y repetir el proceso de pulido hasta que consideremos que están correctamente. En algunos casos y para rematar el proceso, es posible aplicar un proceso de lacado con productos específicos que mejorarán aún más el resultado conseguido.