¿Qué es la junta homocinética y para qué sirve?

Cuando circulamos con nuestro vehículo, es importante conocer cómo el movimiento y la fuerza del motor se transmite a los neumáticos para moverlo. Con el fin de ser conscientes de su funcionamiento y detectar posibles anomalías. En este caso, la junta homocinética de la transmisión es otra de las piezas importantes ya que es otro elemento de seguridad desconocido por la gran mayoría de conductores/as.

Las ruedas reciben el movimiento del motor a través de las transmisiones o palieres. Dicho conjunto de elementos nunca puede ser rígido, ya que el constante movimiento de las ruedas está permitido por el juego que le permite la suspensión. Siendo la junta homocinética la pieza que facilita dicha transmisión de fuerza y movimientos a la vez que se absorben los desperfectos de la carretera. 

Si la junta homocinética no existiera, las ruedas únicamente podrían realizar un movimiento de giro longitudinal al estar soldadas a un eje horizontal: ni giros ni movimientos verticales junto al sistema de suspensión que les permitieran adaptarse al medio y al camino. 

Tipos de junta homocinética

La transmisión es la encargada de asegurar la capacidad de giro de las ruedas independientemente de que éstas se encuentren mirando hacia delante o giradas en cualquier dirección. Es gracias a eso, que las ruedas tienen total libertad de giro en todas las situaciones y no se comprometen en ningún caso con la seguridad del vehículo.

En este sentido, la junta homocinética de la transmisión tiene el objetivo de unir dicha rueda a los ejes manteniendo la tracción en todo caso y protegiendo el estado del resto de la mecánica.

Entre los tipos de juntas homocinéticas, podemos encontrar varios con nombres diferenciados:

  • Junta homocinética Glaencer-Spicer
  • Junta homocinética Rzeppa
  • Junta homocinética tracta
  • Junta homocinética Thompson
  • Junta homocinética Tripoide

Partes de una junta homocinética

Actualmente, el tipo más utilizado es la Rzeppa. También conocida como “junta de bolas”, entre las partes de esta junta homocinética se encuentra una jaula con 6 bolas en su interior. Dicha jaula está formada por una campana exterior unida a un núcleo interior cuyo juego conjunto permite cambiar el ángulo del eje. La ventaja de este tipo de diseño es que su durabilidad es muy grande si se lleva a cabo un buen mantenimiento del fuelle de transmisión que la protege de la suciedad y recubre su lubricación.

Y es que, debido a contar con mucha pieza móvil y por su objetivo la absorción de las imperfecciones del terreno y proteger el resto de la mecánica, una junta homocinética necesita de un correcto engrase y una total lubricación en todo momento. El fuelle de transmisión -una goma con forma de acordeón- contiene la grasa que lubrica la junta homocinética y evita su desgaste.

Averías de la junta homocinética

Si este fuelle de la transmisión se rompiera, la grasa de lubricación de la junta homocinética se perdería y podría dañar irremediablemente la pieza, comprometiendo la salud del resto de la mecánica y la seguridad en la conducción del vehículo. Para saber si esto ha ocurrido o está a punto de ocurrir, podemos fijar nuestra atención en los siguientes puntos clave:

  1. Si sentimos vibraciones anómalas en el momento de acelerar o simplemente circular con el vehículo.
  2. Si detectamos ruidos que antes no estaban ahí a la hora de girar las ruedas.
  3. Las manchas de grasa debajo del vehículo nunca son buena señal: si las detectamos cerca de neumáticos o llantas, apunta una posible avería en el fuelle de la transmisión que la está dejando escapar.

Si detectamos a tiempo una posible rotura del fuelle de transmisión que no llegue a afectar al estado de la junta homocinética, su reparación o sustitución suele ser barata: alrededor de 50 euros más el precio de la mano de obra. Sin embargo, en aquellos casos en los que otras piezas de la transmisión se vean comprometidas, la factura puede verse aumentada hasta 4 cifras en función del daño y el alcance de la avería.

Por tanto, no está de más llevar a cabo una revisión anual de este apartado de nuestro vehículo, de igual forma que lo hacemos con el estado del parabrisas o de las escobillas para asegurarnos que nuestra seguridad nunca se vea comprometida en carretera. Y en caso de detectar anomalías, acudir a un taller especializado para su revisión o reparación.

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