Además de afectar a la visibilidad en la carretera, unas escobillas desgastadas pueden rayar el parabrisas. Por ello, deben ser revisadas de manera periódica y sustituidas como mínimo una vez al año o con mayor frecuencia si se realiza un alto kilometraje.
Por ejemplo, un vehículo que recorre más de 30.000 kilómetros al año debe cambiar sus escobillas limpiaparabrisas cada 6 meses.
En España, el clima seco de algunas zonas provoca un aumento de suciedad y polvo en el ambiente que genera un alto riesgo de abrasión de las escobillas limpiaparabrisas. La goma se endurece gradualmente con el tiempo causando chirridos, vibraciones y dejando de funcionar correctamente.
A veces, pequeños impactos en el parabrisas también pueden afectar a la goma de las escobillas haciendo que no funcionen correctamente.
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