¿Alguna vez has imaginado qué se debe sentir compitiendo en las 24 Horas de Le Mans o en cualquier otra carrera de Fórmula 1? La velocidad, el rugido de los coches y la resistencia ponen los pelos de punta solamente imaginándolo. Pero además de la adrenalina que se desprende en este tipo de circuitos, ¿te has parado a pensar cómo son los parabrisas de los modelos de competición y en qué se diferencian con los parabrisas de un vehículo normal?
Si nunca habías reparado en esta cuestión, es interesante saber que con las lunas que conforman los vehículos convencionales no se podría circular en una carrera. Las diferencias entre un cristal y otro son fundamentales, ya que los que se utilizan en los coches de competición deben reunir una serie de requisitos para favorecer la visibilidad durante todo el recorrido. Poniendo de ejemplo las 24 Horas de Le Mans, durante la carrera, los coches deben enfrentarse a diferentes variaciones de luz en función del día, la noche, el amanecer o el atardecer, junto a los cambios en la meteorología y la suciedad que se va acumulando en el cristal después de una carrera tan larga.
Teniendo en cuenta que no circulamos en nuestro vehículo durante un día completo, más que nada porque el resto de mortales no estamos preparados para soportar tal desgaste, existen diferencias significativas entre el parabrisas y el limpiaparabrisas de un coche de calle y otros de competición.
¿Cómo son los parabrisas de los vehículos de carrera?
Los grandes protagonistas de la competición suelen fijar su vista a través de unos parabrisas que están fabricados con policarbonato. A diferencia del cristal laminado de las lunas convencionales, este material presenta multitud de ventajas, aunque también algunos inconvenientes.
Esta distinción en la composición se debe fundamentalmente a que los coches de carrera necesitan una ligereza de peso para no perder ni una milésima de segundo al arrancar. El policarbonato es un componente que ofrece un ahorro de hasta el 50% en este sentido. Además, este material aporta una mayor resistencia, un punto sumamente importante en los parabrisas de los vehículos de competición.
Algunas de las ventajas que aporta el policarbonato a los monoplazas no cumplen su cometido en los parabrisas de los turismos de calle. Piensa que el parabrisas tiene gran relevancia en la resistencia estructural del coche en caso de vuelco y este material no se caracteriza precisamente por su gran rigidez. En el caso de los modelos de competición no existe mayor problema, ya que incorporan una estructura antivuelco de seguridad que evita que el techo se hunda al voltear.
Por otro lado, la luna delantera de los vehículos de carreras se raya con mucha más facilidad que los cristales laminados y esto incide directamente en la calidad de visión. Asimismo, los parabrisas de policarbonato son menos transparentes que los cristales que se instalan en los coches normales.
Otra cuestión de la que no podemos olvidarnos que resulta crucial para que los pilotos puedan ver la pista es la referente a los limpiaparabrisas. Lo más habitual es que este elemento esté compuesto por una escobilla con un solo brazo para despejar únicamente la zona imprescindible de visión y no incrementar la resistencia aerodinámica. Sin embargo, debido a la cantidad de suciedad que se amontona en el cristal, en muchas competiciones como es el caso de Le Mans, se opta por montar unas láminas finas de plástico transparentes sobre la luna que se retiran a medida que se van enturbiando y resulta imposible limpiarlas.
Esta información resulta curiosa para entender cómo funcionan los coches de competición, aunque en tu día a día, no olvides la importancia que sigue teniendo mantener las lunas del coche en buen estado. Si observas que algún impacto te dificulta la visión ¡no lo dudes! Pide cita en Carglass y en alrededor de 30 minutos solucionaremos el problema para que conduzcas con todas las garantías de seguridad.
