Iwan Parry fue uno de los conferenciantes en el Best Of Belron®, y allí nos habló de los últimos estudios en seguridad que lleva a cabo en el Laboratorio de Investigación del Transporte (TRL). “Ahora tenemos por delante la importante misión de analizar en profundidad el vehículo conectado, y el comportamiento y la actitud de los conductores hacia él”, asegura.
Parry está centrado en estudiar cómo afectan las innovaciones tecnológicas al modo de conducir un coche de las personas. “Está demostrado que ha cambiado la actitud de los usuarios de los vehículos conectados, que incorporan dispositivos de ayuda a la conducción”. Estos dispositivos se engloban bajo las siglas ADAS –Advanced Driver Assistance System- y buena parte de sus sensores están en el parabrisas y requieren ser calibrados tras una sustitución de este elemento.
Desgraciadamente, ese cambio de actitud de los conductores no está yendo a mejor. Este investigador nos alerta de dos factores que van en contra de la seguridad vial. El primero es una creencia errónea de la mayoría de esos conductores: “Mis errores como conductor pueden ser corregidos por la tecnología”. Y el segundo, que “de manera casi involuntaria, el conductor enfoca su atención en otras tareas al volante”, cuando siente que un sistema tecnológico vela por él”.
La irrupción de las nuevas tecnologías también ha provocado otros fenómenos. “En muchos casos, por ejemplo, hemos detectado que los conductores se muestran más inseguros manteniendo su vehículo dentro de su carril cuando circulan con un coche que equipa el sistema tecnológico del asistente de alerta de cambio de carril involuntario”.
El error humano está detrás del 97% de los accidentes de tráfico, según un estudio realizado en el Reino Unido. Pero los conductores no quieren que se les reste protagonismo en la conducción y las constantes tomas de decisiones que ésta conlleva: “Los usuarios no quieren que se otorguen más funciones y control del vehículo a la tecnología”, sentencia Parry.
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